Europa y Japón
Los
cómics franco-belgas, estadounidenses y japoneses constituyen las tres grandes
tradiciones de la historieta en el mundo y es por eso que estos cortos resúmenes
se centran en ellos.
Los
orígenes del cómic tanto en el viejo continente como en el país del sol naciente
se remontan, al igual que en Estados Unidos, a finales del siglo XIX y
principios del XX.
El
origen de las historietas en Europa, al igual que en Estados Unidos, estuvo
ligado a la prensa (periódicos y revistas) y además a publicaciones de carácter
religioso, aunque, a diferencia del país norteamericano, el cómic europeo siempre
gozó de buena reputación siendo popular no solo entre el público infantil sino
también entre los intelectuales y la élite cultural. De allí que en el viejo
continente no se presentara un movimiento de ruptura como el Comix Underground
ni una marcada y casi antagónica división entre cómic comercial y cómic
alternativo. Por lo contrario, todas las posibles vertientes del cómic
convivían en perfecta armonía dentro de las editoriales.
Como
ya lo mencionamos en la primera parte de este resumen de la historia del cómic,
uno de los antecedentes más antiguos del cómic del cual se tiene registro es el
trabajo que hizo el suizo Rodolphe Töpffer en el siglo XIX, que no solo influyó
en la consolidación de la historieta en Europa sino en Estados Unidos. Sin
embargo, esta tercera parte no se detendrá en la “prehistoria” del cómic
europeo, sino que contará algunas generalidades desde mediados del siglo XX.
Cómic Franco-Belga
Los Pitufos |
El
“padre” de la Escuela de Marcinelle,
que se formó en el seno de la editorial Dupuis, fue el dibujante Jijé a quien se le suma Peyo (creador de Los Pitufos en 1958)
como los principales precursores del estilo gráfico y narrativo que se forjaría
en dicha empresa.
Además, otros personajes reconocidos como Lucky Luke y Buck Danny también fueron creados al interior de
esta escuela que hasta la actualidad sigue publicando
la popular revista Le Journal de Spirou.
Tintín |
Por
su parte, le Escuela de Bruselas
tiene como principal referente a Hergé
y su Tintín (1930), cómic publicado
por la editorial Lombard que además funciona como ejemplo contundente de lo que
es la “línea clara”[1],
término que empezaría a emplear el dibujante holandés Joost Swarte –más de
30 años después de la aparición del primer número de Tintín- para referirse al
estilo del artista belga.
Aunque
muchos estudiosos del tema afirman que entre estas escuelas existía una enorme
rivalidad, es importante reconocer que los estilos de ambas compartían muchas
características similares y algunos autores de una se inspiraban en el trabajo
de los de otra. Sin embargo, también se presentan significativas diferencias:
mientras en la Escuela de Bruselas predominan las líneas rectas, las formas
angulares y la ausencia de sombras; en la Escuela de Marcinelle los dibujos son
más redondeados y se emplean los claroscuros con fines dramáticos.
La
revista Pilote (de la editorial Dargaud), fundada en Francia
en 1959, fue la primera en difundir el cómic independiente en Francia y el
resto de Europa. En ella nacieron los aclamados Astérix, el teniente Blueberry y Lucky Luke (aunque este fue inicialmente publicado en la revista
Spirou).
En la revista Pilote también se inició la publicación de uno de los
primeros trabajos del emblemático Jean Giraud, mejor conocido como Moebius, quien luego emprendería otros
proyectos con las revistas Hara-Kiri y Metal Hurlant hasta finalmente
convertirse en uno de los principales historietistas franceses de la historia
gracias a obras como “El garaje
hermético”.
L’Association
A
finales de los años 80, el sistema de historietas francés, que entremezclaba
cómic comercial con cómic independiente, entró en crisis y surgió L’Association, editorial especializada
en novela gráfica independiente.
L’Association edita, además de las historietas, tres
revistas, una de ellas, L’Eprouvette, dedicada exclusivamente a la crítica y a
la defensa teórica del cómic como manifestación artística.
Esta editorial es reconocida por impulsar la carrera de importantes
historietistas contemporáneos, entre ellos la iraní Marjane Satrapi, autora de Persépolis,
cómic autobiográfico que narra cómo su vida estuvo marcada por la revolución
islámica en Irán y los choques culturales que tuvo que soportar tras verse
obligada a abandonar su país e irse a vivir en Viena.
Al
igual que en Estados Unidos se entregan los premios Eisner o Harvey del cómic,
en Europa se lleva a cabo el Festival
Internacional de la Historieta de Angulema, que se celebra anualmente desde
1974 en la ciudad de Angulema, Francia; y que otorga premios y distinciones
especiales a lo mejor de la bande
dessineé (término francés para cómic, también bedé o BD).
Manga
Es a finales del siglo XIX cuando el manga empieza a consolidarse en
Japón. Durante la década de 1920 estaban en furor las historietas infantiles
llamadas kodomo. Durante esta época, “Bringing Up Father” de George
McManus representó una fuerte influencia para los historietistas japoneses.
Primer manga de Osamu Tezuka |
Tras la Segunda Guerra Mundial empiezan a consolidarse el shōnen, manga dirigido a un público juvenil con
historias de aventura y cargadas de violencia, y el shōjo, dirigido a un
público adolescente con narraciones románticas, dramáticas y trágicas. Durante
este periodo también aparece Osamu
Tezuka, quien le dio la
forma y la estructura con la que se conoce hoy en día al manga más popular.
Tezuka –no solo mangaka[2]
sino animador- fuertemente influenciado por el estilo occidental, quiso
convertir su compañía, la Mushi Pro,
en el “Disney” japonés y sus dibujos tomaron como referentes principales a
Betty Boop, de los hermanos Max y Dave Fleischer, y a Popeye, de Elzie Crisler
Segar.
De allí que la nueva tendencia del manga y del anime fuera crear
personajes femeninos de ojos grandes, por Betty, y anatomía delgada y
larguirucha, por Olivia.
Manga gekiga |
Para la década de 1950 surgió el gekiga, término japonés equivalente
a “novela gráfica” que traduce “dibujos dramáticos”. El gekiga fue el germen del cómic con temáticas maduras y para adultos
en Japón. Los autores de gekiga
serían quienes firmaran los primeros “cómics de autor” en este país. Este nuevo
estilo abandonó el legado “Disney” y propuso no solo temas nuevos como las
historias de samuráis, de yakuzas[3],
de horror y de erotismo, sino que adoptó un modelo de ilustración más realista.
Revista Garo |
Para 1964, la revista Garo
era el centro del cómic de vanguardia, en especial por obras como “Nejishiki”, de Yoshiharu Tsuge. Una de
las principales temáticas de las historias publicadas en esta revista era la
Posguerra y su especialidad eran los mangas experimentales y alternativos.
A partir de los años 1990, el manga se internacionalizó y alcanzó una
inmensa popularidad, no solo dentro, sino fuera de Japón en paralelo al furor
del anime y desde 2006 existe el Museo Internacional del Manga de Kyoto, como
muestra del profundo respeto que profesa la sociedad japonesa a su cultura
popular.
Primera parte: Desde el siglo XIX hasta “la caza de brujas”.
Segunda parte: Comix Underground y Cómic Alternativo.
Bibliografía
- GARCÍA, Santiago. La novela gráfica. Editorial Astiberri. 2010.
- TEBEOSFERA. www.tebeosfera.com
- MONTERO PLATA, Laura. El mundo Invisible de Hayao Miyazaki. Capítulo 1: “Innovación e industrialización del anime: el dios del manga”. Editorial Dolmen. 2012.
[1] La
“línea clara” se caracteriza por los dibujos perfectamente contorneados con
líneas negras, la ausencia de sombras y de proyecciones de luz, escasa
utilización del claroscuro, fondos realistas y las narraciones con estructuras
sencillas: planos continuos y tiras regulares.
[2] Término
con el que se denomina a quien hace mangas.
[3] Término
con el que se denomina a la mafia japonesa y a los gángsters.